MIS BODAS DE ORO

 


MIS BODAS DE ORO 16-08-2003

Hoy vamos a celebrar
un gran acontecimiento,
se cumplen cincuenta años
desde nuestro casamiento.

En la iglesia de la Zarza
entramos con ilusión,
a que el cura del lugar
nos diera su bendición.

Era el diez y seis de agosto,
las tres de la tarde eran,
y el sol en todo lo alto
quemando como una hoguera.

Del porqué de aquella hora
daremos la explicación,
cada cosas en este mundo
obedece a una razón.

Teníamos que viajar,
y entonces había pocos coches,
y no queríamos pasar
allí la primera noche.

El tren pasaba a las cinco,
y así, sin mas dilación,
había que estar a esa hora
en la inmediata estación.

Teníamos casi dos horas
para atender invitados,
como nos correspondía
por estar bien educados.

Y a pesar de aquel calor
en aquella tarde ardiente,
todos los hombres tomaron
sus copitas de aguardiente.

Refrescos y golosinas
no faltaron a los niños,
ni a las mujeres anís,
roscos, tortas y pestiños.

Y después de estar un rato
junto a nuestros invitados,
nos marchamos de viaje
como teníamos pensado.

El viaje resultó
fíjense, una maravilla
la primera noche en Huelva
y la segunda en Sevilla.

Y como estaba previsto
así, la noche tercera
en casa de nuestros tíos
la pasamos en Pedrera.

Allí pasamos diez días
porque no podían ser más,
pues a primeros de mes
yo tenía que trabajar.

Emprendimos nueva vida
con decisión y coraje,
y diez y ocho pesetas
que sobraron del viaje.

Al cabo de los diez meses
dio fruto este matrimonio,
nació nuestro primer hijo,
que se llama Juan Antonio.

Desde que nació el primero
tres años pasado habían,
cuando nos nació el segundo
llamado José María.

Y no tuvimos mas hijos
hasta cinco años después,
estando en Peña del Hierro
nació nuestra hija Inés.

En la Zarza no existía
libertad de ningún modo,
porque la Compañía Inglesa
era la dueña de todo.

No queriendo que nuestros hijos
en ese ambiente creciesen
nos marchamos de la Zarza
huyendo de los ingleses.

Solicitamos trabajo
a Patricio Echeverría,
necesitaban un técnico
y nos llamó enseguida

Nos mandaron a Teruel
a investigar minerales,
y nos fuimos a vivir
en buena hora a Bronchales.

En aquel pueblo bendito
no nos sentíamos extraños,
pues pronto nos cautivó
el carácter de los maños.

El trabajo no iba bien
aunque mineral había,
pero contenía azufre
y, por tanto, no valía.

Y la Empresa decidió
dar a aquello el carpetazo,
y nos fuimos a vivir
a Legazpia, al País Vasco.

En Legazpia llovía mucho
en invierno y en verano,
y debido a la humedad
el clima no era muy sano.

Y por eso Juan Antonio
a veces no iba a la escuela,
José Mari estaba siempre
llenito de varicela.

El carácter de los vascos
no es igual que el de los maños,
y por eso nos sentíamos
de verdad, bastante extraños.

Y ya estábamos pensando
en cambiar de residencia,
cuando nos dio telefónica
aviso de conferencia.

El que nos llamaba era
Don Teodoro Barabach,
que nos ofrecía un trabajo
en la Empresa Indumetal

Pedí permiso en la empresa,
unas cortas vacaciones,
y me vine hasta Sevilla
a tratar las condiciones.

El trabajo que ofrecían
era para mi sencillo,
de jefe de explotación
en la mina del Castillo.

Las condiciones eran buenas
y las acepté enseguida
y marché otra vez a Legazpia
a recoger la familia.

En el Castillo estuvimos
solamente cuatro meses,
pues la Empresa para mi
tenía otros intereses.

Entonces nos trasladaron
a la provincia de Huelva,
a minas de Peña del Hierro,
que está muy cerca de Nerva.

Aunque el trabajo era duro
allí estábamos contentos
los niños iban a Nerva
a la escuela del Convento.

De dos hijos que teníamos
pasamos a tener tres,
pues como dije al principio,
allí nació nuestra Inés.

Cinco años permanecimos
en esa mina de Nerva,
y en el año sesenta y cinco
nos trasladamos a Huelva.

Y desde aquellos momentos
aquí hemos permanecido,
trabajando en Fertiberia
diez y nueve años seguidos.

En el año ochenta y cuatro
por ajuste de plantilla,
la Empresa me jubiló
y me vino de "perillas".

Aquí mis hijos vivieron,
crecieron y se educaron,
y gracias a Dios los tres
se encuentran bien situados.

Y para contribuir,
a una dicha mas completa
ellos nos han obsequiado
con un nieto y con seis nietas.

La mayor es mi María,
la segundo, mi Alba es,
la tercera mi Lunita,
y la cuarta, mi Isabel.
Luego le sigue mi Sara
y Pablo va detrás de ella,
y la última es mi Blanquita,
muy bonita, muy bonita,
más bonita que una estrella.

Así han pasado los años
hasta llegar a cincuenta,
cincuenta años que han pasado
casi sin darnos ni cuenta.

Y en estos cincuenta años
llenos de vicisitudes,
hemos huido de vicios,
hemos ganado virtudes.

La vida, como es cruel
nos largó algún "varapalo",
mas siempre ha predominado
lo bueno sobre lo malo.

Pues cuando hacemos balance
de las cosas que hemos hecho,
no tenemos mas remedio
que sentirnos satisfechos.

Hemos criado tres hijos,
y junto con ellos tres,
criamos también dos niñas
sobrinas de mi mujer.

No digo que sea un ejemplo
nuestra vida conyugal,
pero cada día que pasa
nos queremos mucho más.

Mi mujer me ha sido fiel,
yo siempre he sido leal,
somos como agua del río
que nunca se vuelve atrás.

Por eso y por muchas cosas
como ustedes pueden ver,
por muchas cosas y por eso,
quiero mucho a mi mujer

Por eso y por muchas cosas,
por muchas cosas y por eso,
con el permiso de ustedes
yo le voy a dar un beso

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