La Zarza
LA ZARZA
De la historia de La Zarza
tengo que escribir un libro
de poesías, que recuerde
que soy de La Zarza hijo.
En él hablaré del “chorro”,
del cabezo de los pinos,
de la “Corta”, de los vacies,
del cabezo de los Silos.
De los pagos, de la Pascua,
de la Velada, del fútbol,
y todas las demás cosas
que mi memoria retuvo.
Recordaré que viví,
en una humilde morada,
un cuarto y un dormitorio
toda la casa formaban.
Para mayor desahogo,
mi padre, de tablas hizo
un doblado, al que subíamos
para dormir los chiquillos.
Como no teníamos luz
allí se veía muy poco,
hasta que venía padre
y le daba agua al foco.
Tampoco teníamos agua
para podernos lavar,
a un grifo bastante lejos
teníamos que ir a buscar.
Mi madre tenía una tina
que junto a la puerta estaba,
y a fuerza de dar viajes
hasta arriba se llenaba.
El agua para beber
la traía el tío Trinidad,
por un cántaro una “chica”
le teníamos que pagar.
Para hacer “pipí” de noche
teníamos un orinal,
que mi madre al día siguiente
se encargaba de asear.
De madera había retretes,
para el uso de la gente,
pero el borde de la corta
era el sitio preferente.
En el año treinta y uno,
nuestro avance fue notorio,
pues nos fuimos a una casa
que tenía tres dormitorios.
Esta casa tenía luz,
que daba la “Compañía”
y que en las propias turbinas
para su uso producía.
Agua no tenía la casa,
y para tomar el baño,
como antes, la acarreamos
durante bastantes años.
En un rincón en el patio
la casa tenía un retrete.
Se hacían las necesidades
sentado sobre un boquete.
Bajo ese boquete había
una cubeta de lata,
durante dos o tres días
se acumulaba la “kaka”.
Dos veces a la semana
los “periqueros” venían
y se llevaban la kaka
en un carro que traían.
El año cincuenta y tres,
mejoré notablemente,
pues nos dieron una casa
con luz y con agua corriente.
Ese año me casé
y viví con mi mujer
y mis hijos, cuatro años
hasta que me fui a Teruel.
Y a pesar de todo el tiempo
que desde entonces ha pasado,
las vivencias de mi tierra
jamás las he olvidado.
Comenzaré por hablar,
de la Compañía minera,
de la que todos vivíamos
de una u otra manera.
Había puestos de trabajo
en talleres y oficinas
limpiezas y otros servicios
y como no en Contramina.
Estos eran puestos directos
de la Empresa dependientes,
pero también había otros
de oficios independientes.
Esta Empresa era escocesa
de allá de la Gran Bretaña,
que a nosotros nos trataba
de forma bastante extraña.
El director era escocés
los ingenieros escoceses,
y para nosotros eran
todos ellos, los “Ingleses”.
El trato que recibíamos
los Zarceños de esta gente,
era un trato un tanto raro
ingrato o indiferente.
Ellos nos consideraban
como seres inferiores,
nosotros esclavos éramos
y ellos eran los señores.
Ellos disponían de casas
con muchas comodidades
y nosotros, ya lo he dicho
llenas de necesidades.
En el cine ellos tenían,
un palco que los separaban
de los bancos de madera
que los demás ocupaban.
Una tribuna en el fútbol
también tenían separada
de los bancos de cemento
que los demás ocupaban.
Del casino,en la terraza
tenían mesas reservadas,
como en los demás sitios
en las noches de Velada.
Cuando en alguna ocasión
a algún baile ellos asistían
los rodeaban algunos
que la pelota le hacían.
De aquellos jefes “Ingleses”
este era el comportamiento
pero el trato de la Empresa
aún era más virulento.
Los obreros solo eran
como animales de carga,
con un sueldo insuficiente
su trabajo le pagaban.
Al principio, como obrero,
en la mina trabajé,
luego como vigilante
y de capataz después.
Facultativo de Minas,
trabajando yo estudié
y al terminar la carrera
de técnico trabajé.
Por lo tanto yo he pasado
por todo el escalafón,
que he podido recorrer
empezando de peón.
En ninguno de esos puestos
me sentí recompensado,
aunque buen comportamiento
tener siempre he procurado.
Por eso, continuamente
me enfrentaba al Director,
pero él nunca en la vida
me dijo, tienes razón.
Recuerdo en una ocasión,
que el seguro me quitaron,
después de un denso debate
tuvieron otra vez que dármelo.
Yo sabía que en otros sitios
se ganaba más dinero,
y que el trato era mejor
al técnico y al minero.
Por el trato y por dinero
de La Zarza me marché,
con el corazón partido
me fui a vivir a Teruel.
Para un hombre como yo,
que tiene amor a su tierra,
el marcharse a otro lugar
era como irse a la guerra.
No voy a hablar más de mí,
ni mi trato con la Empresa
voy a escribir otras cosas
que a todos nos interesa.
Voy a nombrar los lugares
que recorrí con cariño
describiendo en un principio
el cabezo de los pinos.
---oooOooo---
Comentarios
Publicar un comentario