LOS DOS BARBOS
LOS DOS BARBOS
Había un pozo en un huerto
con agua clara, muy pura,
que un hortelano empleaba
para regar sus verduras.
En el pozo había dos barbos
de carácter muy inquieto,
que decían que eran familia:
uno abuelo y otro nieto.
El abuelo, sosegado,
llevaba vida tranquila
pues ya se había habituado
a esa sedentaria vida.
Al nieto le gustaría
de vivir en un pantano
o en un río, y ver el sol
por la mañana temprano.
Pero un día el hortelano
limpiar el pozo pensó,
y en sendos cubos de agua
a los peces protegió.
El joven barbo dio un salto
y del cubo se salió
y ayudado con su cola
hasta el barranco llegó.
En el barranco había un charco
y dentro se protegió
y tuvo la buena suerte
de que esa noche llovió.
El barranco cogió agua
y el barbo por él bajó
de forma que al día siguiente
en un río se encontró.
El río no era caudaloso
pero tenía grandes charcos
unas orillas preciosas
con árboles en sus prados.
Él estaba muy contento
porque podía pasear
río arriba y río abajo
con toda tranquilidad.
Escuchaba pajarillos
cantando sobre las ramas
y sobre las dos orillas
oía croar a las ranas.
Alguna vez del agua
él sacaba la cabeza
y veía cosas preciosas
que hay en la naturaleza.
Había en la vega del río
una chopera estupenda
en donde se reunían
gente que iban de merienda.
Sobre los fresnos veía
pájaros de mil colores
y escuchaba embelesado
cantar a los ruiseñores.
Pero un día, sucedió algo triste
que yo les voy a contar:
de una manera imprevista
le llegó la hora fatal.
Entre dos aguas el vio
una lombriz apetitosa
y sobre ella se lanzó
de una forma muy ansiosa.
Pero apenas la lombriz
En su boca penetró
un doloroso pinchazo
al instante recibió.
Era un anzuelo maldito
y él se quiso defender;
un pescador con su caña
era el que tiraba de él.
Para quitarle el anzuelo
lo cogió por las agallas,
luego lo depositó
en una bolsa de malla.
Entonces fue cuando el pez
se consideró ya muerto
y se acordó de su abuelo
y de aquel pozo del huerto.
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