Dia de pago


 DÍA DE PAGO


En mi cabeza hay un lio
hecho con mis pensamientos,
quieren salir todos juntos
unidos por un momento.

Para guardar cierto orden,
yo los tengo bien atados,
a cada uno con un hilo
del que tiro con cuidado.

Hoy he tirado de un hilo,
el que a mí se me ha antojado
y ha salido el pensamientos
que yo tengo de los “Pagos”.

El día del pago, era un día
que tenía gran emoción,
pues se cobraba el dinero
ganado el mes anterior.

Era el día de comprar
artículos necesarios,
y también de permitirse
algún gasto extraordinario.

Vendedores ambulantes
exponían sus baratillos
ofreciendo entre otras cosas
ropas para los chiquillos.

Las madres para sus hijos
compraban ropa barata,
camisetas, calzoncillos
y sobre todo alpargatas.

Venían mujeres del Cerro,
con sus puestos de turrón,
de avellanas, de rosquillas,
caramelos y alfajor.

También vendían pestiños
y dulces de chocolate,
engañabobos, piononos,
torrados y piñonates.

También había calabazates,
y dulces de ricas peras
todos ellos fabricados
con sus recetas caseras.

Para cortar el turrón,
esas mujeres tenían,
unas cuchillas enormes,
que de verdad imponían.

Cuando un cliente, a comprar
turrón, a algún puesto se acercaba
ellas cortaban de un tajo
la cantidad deseada.

Las madres, en forma secreta
algunos dulces compraban,
y en la noche a la familia
una sorpresa le daban.

Los hombres, el aguardiente
bebían en una taberna,
o en un bote de cristal
y algunos en una cuerna.

No sé, si ustedes se acuerdan
de como una cuerna era,
yo se lo voy a explicar
como pueda, a mi manera.

La cuerna era un recipiente,
que de un cuerno de un astado,
se hacía dándole la forma
como de un cono truncado.

Se le tapaban las bocas,
con tapones de madera,
y se ajustaban muy bien
para que no se saliera.

Sobre el lado más convexo,
un orificio tenía,
por donde se le llenaba
y por donde se bebía.

Para evitar que la cuerna
perdiera por algún lado,
se ajustaban los tapones
con bellos clavos dorados.

El tapón que protegía
a la boca de llenado,
con una bella cadenita
a la cuerna estaba anclado.

Dejando a un lado la cuerna,
volviendo del pago al día,
les diré que en el casino
los hombres se entretenían.

Los recursos que ese día
reservaban para un mes,
algunos se lo gastaban
sin saber como o por qué.

Entonces no les quedaba,
más remedio que ir al huerto,
y pasarse todo el mes
más aburrido que un muerto.

Y esperando que llegara
del pago el próximo día,
juraban que ya otra vez,
el dinero mirarían.

También había la nota triste
de algún enfermo o herido
con un pañuelo en el suelo
imploraba un donativo.

Las personas de La Zarza,
siempre han sido generosas,
les daban algunas monedas
sin presumir de piadosas.

Con esas pocas monedas
que estos pobres recogieran,
aguantaban todo el mes
hasta que otro pago hubiera.

Para terminar diré,
que de los pagos me acuerdo
porque siento la nostalgia
de las cosas de mi pueblo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

EL GURUMELERO

Mi pueblo, mis amigos

La Zarza