El cochino
El cochino
Cuando yo estaba en la Zarza
Había bastantes vecinos
Que dentro de una zahúrda
Engordaban un cochino
La vivienda de los cochinos
Era de fácil diseño
Qué con las piedras del vacie
Construian sus propios dueños
La puerta de la zahúrda
Daba acceso al comedero
Y al bebedero y la baña
Dónde se bañaba el cerdo
La dormida estaba hecha
También de las mismas piedras
Donde el cerdo descansaba
Por la noche y en la siesta
Como un ciento de zahurdas
Había en la punta del vacie
Los dueños de los cochinos
Los cuidaban por la tarde
Los llamados desperdicios
Eran sobras de comidas
Y cáscaras de patatas
De melón o de sandía
Con verduras de los huertos
E hierbas que daba el tiempo
Y algún poquito de afrecho
Se iba el cerdo manteniendo
Por la tarde se escuchaba
En los vacies un gran concierto
Formado por los gruñidos
De los cochinos hambrientos
El que recibía comida
Se callaba, y a dormir
Pero el que no había comido
No paraba de gruñir
Cuando llegaba el verano
Los cochinos lo notaban
Por qué comían higos chumbos
Que sus dueños les llevaban
También comían higos frescos
Y otras frutas de los huertos
Y brozas de boniato
Calabazas y guineo
Por el otoño el cochino
Poco a poco iba engordando
Con piensos más abundantes
Los dueños los iban cuidando
Y cuando ya había bellotas
Llegaba su buena vida
Desde lejos se veía
Que iba echando más barriga
No dejaba de comer
Bellotas y más bellotas
Hasta llegar a ponerse
Gordo como una pelota
Cuando el cochino ya estaba
Que no podía con la panza
En la casa de su dueño
Preparaban la Matanza
Ese era un día de jolgorio
Para la familia entera
También algunos vecinos
Se sumaban a la fiesta
La vida de ese cochino
Llegaba ese día a su fin
Y por eso no podría
Decir más "gúin, gúin"
En hablar de la matanza
Yo escribiré más otro día
Porque creo que se merece
Ella sola, una poesia
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