LOS VECINOS



 LOS VECINOS

Había un hombre solitario

que vivía en un primero,

y en el segundo una dama

que no tenía compañero.


Muchos días en la escalera,

se encontraba a su vecina

“¡buenos días, Rafael!”;

“¡buenos días, Catalina!”.


La escalera era algo estrecha,

y al cruzarse se rozaban,

y él notaba que aquel roce

a ella no le disgustaba.


Cuando salía del trabajo,

en cualquier bar almorzaba,

y la cena por la noche

él mismo se preparaba.


Una noche, como muchas

se puso a hacer la tortilla,

y al encender el butano,

vio que no tenía cerillas.


Fue a casa de su vecina

a ver si ella le ayudaba,

ella le recibió bien

y le dijo que pasara.


Iba ligera de ropa,

porque hacía mucho calor,

solamente se cubría

con un corto camisón.


Le hizo pasar al salón,

le sirvió un poco de vino,

se pusieron a charlar

como dos buenos vecinos.


Lo estaban pasando bien,

estaban entretenidos,

y cuando se dieron cuenta

la noche se les había ido.


Lo que pasó entre los dos

a mi no me lo contaron,

yo lo pude deducir

por las pistas que dejaron.


Él no durmió aquella noche

ni se comió la tortilla,

pero el camisón de ella

estaba sobre una silla

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