LAS ABEJAS

 


LAS ABEJAS

Había una preciosa casa

rodeada de un jardín,

y en esa casa moraba

una familia feliz.


En el jardín se criaban

bellas y olorosas flores,

que el paisaje alegraban

con sus vistosos colores.


Las abejas laboriosas

entraron en el jardín

posándose sobre rosas,

o dalias o en un jazmín.


Sobre la flor más hermosa

una abeja se posó,

y cogió néctar y polen

que a su colmena llevó.


Con todas sus compañeras

la abejita trabajó,

y se convirtió en miel dulce

el polen que ella aportó.


El trabajo en la colmena

estaba muy organizado;

todas lo realizaban

con muchísimo cuidado.


Unas aportaban miel,

otras hacían el panal,

y la reina, por supuesto,

hacía la jalea real.


Y los perezosos zánganos

se entretenían en mirar,

porque su trabajo era

solamente procrear.


Cuando todas las abejas

estuvieron fecundadas,

la reina les dio la orden

que a los zánganos echaran.


Las obreras diligentes,

sin darles ninguna pena,

se llevaron a los zánganos

afuera de la colmena.


Y fuera de la colmena

esos zánganos caducos,

les sirvieron de alimento

a raudos abejarucos.


La felicidad alegre

que reinaba en la colmena,

de pronto se transformó

en una horrorosa pena.


Un hombre vil y malvado

la colmena descubrió,

y sin ninguna piedad

los panales les robó


Las abejas se quedaron

tristes y muertas de pena,

la reina que era valiente,

las animó con frases buenas.


Las abejitas siguieron

con más fuerza trabajando,

de nuevo como otras veces

fueron miel elaborando.


Contentas con su trabajo,

llenas de felicidad

siguieron en la colmena

por toda la eternidad.


¡El hombre malo había muerto

y no les robó ya más!

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