A MI MUJER
A MI MUJER
María, tú eras cuando chiquitinauna niña muy graciosa,
y cuando fuiste creciendo,
una muchacha preciosa,
y a los quince años ya eras
una mujer muy hermosa.
una mujer muy hermosa.
Tenías un cuerpo elegante,
unos cabellos ondosos,
una cara muy graciosa
y pechos majestuosos.
Nos declaramos de novios
Siendo unos mozalbetes,
tú no tenías quince años
yo, no tenía diez y siete.
Y tuvimos un noviazgo
lleno de felicidad,
porque tú me querías mucho,
pero yo a ti mucho más.
Y el día diez y seis de agosto
del año cincuenta y tres,
nos dio Dios su bendición
como marido y mujer.
Dios nos regaló tres hijos,
cada uno como una flor,
que nosotros los encargamos
en actos llenos de amor.
Y tú con aquellos pechos
que causaban tanta envidia,
fuiste para nuestros hijos
manantial de leche tibia.
Y cuando fueron creciendo,
les dimos con mucho amor
consejos de honestidad
y de buena educación.
Luego, cuando ellos crecieron
y se hicieron más mayores,
educaron a los suyos
con esos mismos valores.
Pero ha ido pasando el tiempo,
como es lógico, y no extraño
que yo te quiera lo mismo
que hace ya sesenta años.
Con ese amor duradero
que da la sinceridad,
yo soy muy feliz, María,
junto a ti en la ancianidad
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