A JOSÉ ANTONIO
A JOSÉ ANTONIO
El veinte y ocho de enero
ingresé en el hospital
aquejado de un defecto
en el conducto biliar.
Me dieron de habitación
la doscientos treinta y siete
donde se hallaba ingresado
un alegre mozalbete.
Es un chaval estupendo
que a pesar de sus dolencias
llevaba su enfermedad
con muchísima paciencia.
Desde el día que llegué
me causó grata impresión
su forma de ver la vida,
su sentido del humor.
Su educación, sus modales
y su espontánea alegría,
y el saber sobreponerse
al dolor que padecía.
Su compañía me ayudaba
a sentirme mejorado
y yo le correspondía
con esos mismos cuidados.
Cuando estábamos tranquilos
nos poníamos a charlar
lo mismo que dos amigos
que tienen la misma edad.
Antes de venirme vi
que te ha visto un cirujano,
que te han quitado el apéndice
y que estás bastante sano.
Pues yo, de verdad me alegro
de que tu salud mejore,
de que estés siempre contento,
que rías mucho y nunca llores.
Durante mi enfermedad
era para mí un consuelo
que tu me dieras alegre
el tratamiento de abuelo.
Me extrañaba en estos tiempos
ver un chaval así formado,
cuando conocí a tus padres
ya quedó todo explicado.
Yo, como soy refranero
considero razonable
que digan que es muy dichosa
la rama que del tronco sale.
Porque allí en Puebla del Río,
muy cerquita de Sevilla,
también se cumple el refrán
"de tal palo tal astilla".
Cuando conocí a tus padres,
y a ti, a mi se me ofrece
de que tus padres poseen
el hijo que se merecen.
Me gustaría que estos versos
escritos por este anciano,
pensaras tu que llevaran
el corazón en la mano.
Dale un cariñoso abrazo
a tu padre y a tu madre
y tu recibe el más grande
que te da Francisco Páez.
Comentarios
Publicar un comentario